sábado, 12 de marzo de 2011

El lagarto de oro

Hace mucho tiempo llegó a Chontales un noble caballero de Francia, llamado don Felix Francisco Valois, quien quedó encantado de los paisajes que rodeaban la Hacienda Hato Grande situada a cuatro leguas de Juigalpa. 
Le gustó tanto la zona, que compró la Hacienda. 
En ese tiempo tambien vivía en Juigalpa una joven muy linda llamada Chepita Vital. Un dia don Francisco conoce a la Chepita y desde el primer dia quedaron impresionados y muy enamorados, fue un amor a primera vista. A los pocos meses se casaron y luego tienen una hija, la cual la bautizaron con el nombre de Juana Maria. 
Don Francisco tiempo después, sintiéndose muy enfermo se dirige a Guatemala en busca de una sanación. Pero antes de partir recomienda a su administrador hacerse cargo de la Hacienda y su familia. 
Pasó el tiempo y don Francisco no volvia. Todos los pobladores de la comarca comenzaron a preguntar a los viajeros sobre el devenir del francés. Hasta que alguien trajo la información de que este habia muerto en Guatemala. 
Dona Chepita se enfermó de pena moral y muere a los pocos años dejando su testamento enterrado en un lugar que nadie conocia. 
Juana Maria, fue creciendo y creciendo, era toda una mujer linda y joven. Ella ignoraba que todos los bienes de su padre, eran ambicionados por  Fermin Ferrari el otrora administrador de la Hacienda. 
Ferrari era ahora un hombre malo y ambicioso, lleno de temores de perder toda la Hacienda debido a la existencia de Juana Maria.. La única forma era eliminar a la muchachita, era volverla loca asustándola para que se marchara del lugar.
Fermin empezó con los cuentos de espantos en La hacienda, le contaba historias horribles a Juana y con el tiempo ya la habia enloquecido 
La muchacha se arrastraba cantaba bailaba y decia entre sus locuras: "Viva la Condesa de Valois". Luego despues de varios meses de locura fallece, ante el estupor de todos los comarcanos que afirmaban que Fermin era el responsable de su muerte. 
El bandidaso de Fermin empezó a vender todas las propiedades de La Hacienda y con el dinero colectado abandona el pais. Pero con su suerte de que vecinos traen la historia al pueblo de que Fermin habia sido asaltado y muerto por unos bandoleros que habia tropezado en el camino. 
Algunos vecinos que estimaban a la familia de Juana Maria le llevaban flores a su tumba. La sepultura quedaba en el cerro del Hato Grande, al borde de una laguna y las personas que la visitaban aprovechaban la oportunidad para darse un chapuzon. 
Un dia muy tempranito, unos vecinos casi se mueren del susto al ver en la laguna un tremendo lagarto dorado, le brillaban los ojos con el sol resplandeciente de aquella fresca mañana. Corrieron al pueblo a contar la historia de lo que habian visto y algunos vecinos se dispusieron a capturar al lagarto, pero les fue imposible. 
Un campisto que creia mucho en La Virgen, subio al cerro un dia de tantos y le ofrecio a La Virgen  de la Asunción una corona de oro y un altar de la cola del lagarto si le ayudaba a cazarlo.
Tiró un mecate a la laguna y lazó al animal de la cabeza, pero cuando lo tenia en sus manos dijo: "Que se friege la Virgencita". Apenas dijo esto el lagarto se le escapó y se sumergió en el fondo de la laguna. Desde entonces todos los chontaleños buscan el lagarto de oro para hacerse ricos, pero este no volvió a salir jamas y dicen los campistas que es el alma de Juana Maria cuidando sus bienes.

Fuentes: Eduardo Manfut 
Enlaces: El lagarto de oro (Managua, Cuento Nicaragüense)

El nancital

Esta leyenda explica el origen de las isletas de "El Nancital" que se encuentran en el lago de Nicaragua. Las isletas son consideradas parte de Acoyapa, municipio de Chontales.

Fue abajo de Acoyapa, muy abajo. Y hace ya de esto mucho tiempo, mucho tiempo. A algunas leguas de lo que hoy es San Ubaldo, había un pueblo. No era un pueblo, tan sólo un caserío, pero tenía plaza y cabildo, hermosas casas de madera y una iglesia. Sí, había iglesia hecha de adobes, con bonito campanario sin campanas en el que los niños,  jugando, hacían alegres alharacas.

No había cura. Dos veces al año se celebraba misa cuando llegaba un padre de Granada y era de ver cómo la gente piadosa llevaba sus niños al bautismo y cómo los hombres fuertes y sencillos se confesaban. El Día de Corpus era el día grande. Corpus es el recuerdo del misterio más alto de la Iglesia: el pan y el vino que se hacen el cuerpo de Cristo.

Hoy es jueves, Jueves de Corpus y la pequeña cálida iglesita está repleta. sobre la mesita humilde el ara santa y sobre ella el cáliz y la hostia que esperan el milagro. Los hombres hablan en voz baja. Las  mujeres, con sus rebozos anchos se cubren la cabeza y los niños  molestan. El cura sale con su casulla blanca, hacia el altar, juntas las manos y el pueblo se arrodilla. Es entonces que se oye la voz de un   niño:

               -¡El amigo del diablo! ¡Ahí está el amigo de diablo!

               Ahí, al fondo, semioculto tras las pilas del bautismo, estaba don
               Ildefonso. Vivía apartado en la montaña, se reía de las cosas de Dios y
               se dedicaba a la hechicería. Que tenía pactos con el diablo era el decir
               de la gente y ese pacto logró muchas veces que muchos se sanaran de
               graves enfermedades. ¿Era bueno? ¿Era malo? ¡Era amigo del diablo,
               él lo decía cuando hacía milagros!

               -¡El amigo del diablo! ¡El amigo de Satanás!

               El sacerdote se volvió de cara a los fieles y buscó con sus ojos al raro
               visitante, pero no había nadie!

               -¡Padre! -gritaron las mujeres-. Era él. Todos le vimos. Ese es el
               hechicero que niega a Dios y que bendice al diablo.

               El cura alzó los brazos hacia el cielo y dijo casi gritando:

               -¡Cristo vive! ¡Cristo reina! ¡Cristo impera!

               Y se oyó, entonces, un estrépito terrible. Saltaron por los aires el copón
               y el cáliz, saltó el techo como si fuera de hojarasca y la gente,
               espantada perdió el sentido.

               Sólo los niños que estaban jugando en el vacío campanario se salvaron.
               Despavoridos, corrieron a la playa y se montaron en un bote para remar
               aguas adentro. Los niños estaban asustados, estaban enloquecidos.
               Sobre las olas del Gran Lago vieron clarísima la estampa del demonio:

               -¡Don Ildefonso: -gritaron-. ¡El hechicero es el hijo del diablo!

               Sonó una carcajada como un trueno que se metió en el monte y los
               desdichados niños del bote se volcaron. Todo niño de Chontales sabe
               muy bien nadar. Pero ¿cómo nadar contra las poderosas fuerzas del
               infierno? ¿Qué se hizo el cura? ¿Qué se hizo el pueblo?

               Los niños comenzaron a nadar, pero la fuerza mágica del diablo los hizo
               tierra, los hizo polvo, los hizo islas. Desde entonces aparecieron en el
               Lago las islas de El Nancital.

Julio César Sandoval (Leyenda Nicaragüense)
Enlaces: El nancital

La leyenda del zenzontle

 Un muy bonito cuento que explica el origen del "pájaro de las cuatrocientas voces".

Cuenta la leyenda, que mucho antes que a Nicaraocalli se le llamara Nicaragua, y ya formada la Laguna de Lenderí* por el llanto de la serpiente que nunca murió y que fue amarrada a un árbol de Guásimo con los cabellos de cuatro doncellas bellas. (Una princesa celosa, y tres cómplices aborígenes).
Muchísimos años antes que Fernando de Oviedo y Valdez, o Fr. Bartolomé de las Casas, narraran siquiera la historia de nuestro paraíso terrenal, y/o el capitán Diego de Machuca entregara las imágenes de San Pedro y Santiago al Cacique Nacatime, obligándolo a que se bautizara como Francisco Machuca; evitando el Cacique con esta acción, que los españoles derramaran la sangre de sus hermanos y siervos Chorotegas.
Mucho antes que se llevara a cabo esta tragedia inevitable, que se conoce como el descubrimiento de América; dejándonos, al termino de La Colonia, una herencia de ascendientes destructores y explotadores.
Le nació al Cacique Necuderit, una bella niña que cantó al nacer, y a la qué, por consejo de la deidad Chalchigüite, llamó el Cacique-papá, a su gracia, Martli-xotchil Acal-xubj.
Creció pues la bella princesita en la tierra más fértil, opulentísima y apacible del mundo, siendo servida con cariño, amor y lealtad por los miembros de toda la tribu Chorotega.
Los años pasaron, y fue la niña delicia a los ojos del buen Necuderit, quien la vio crecer y convertirse en una bella y esbelta princesa de ensueño.
Llegó pues el tiempo de entregarla en matrimonio; pensando el Cacique Necuderit en el joven y apuesto Diriangén; avizorando con el matrimonio, preservar la paz entre su amado pueblo de Nindirí, y los, desde entonces, llamados a saber... . ¡Pueblos Blancos!
Le invitaron pues, a forma de alegre despido, las mismas encargadas del séquito de la princesita, a un paseo de soltera, descendiéndola un día festivo, por el famoso bajadero de Cailagua, hacia la bella y caprichosa Laguna de Lenderí.
¡Y allí, a la orilla de la laguna!.. . Por primera vez, la bella princesita conoció el amor, en los negros ojos del hermoso y valiente guerrero de nombre Tezic, quién, subido en una inmensa roca volcánica, situada bajo la techumbre de un majestuoso árbol de Genízaro, silbaba bellas y diferentes notas melódicas, que bajaban naturales de su virtuosa y fecunda imaginación.
La princesita, acompañada de su séquito, desde ese día bajó todas las mañanas a la laguna, y a escondidas; ella y sus damas de compañía, espiaban el canto-silbar de aquel muchacho, que sin saberlo, se había robado su corazón de niña transparente y pura.
Regresando luego por las tardes a la Altura de la Cochinilla*, mientras bailaba y silbaba, ella misma, enamorada, las melodías de Tezic; al son de la dirimía, el tambor de cuero, el bejuco y la flauta dulce.
Una tarde, la bella niña no pudo aguantar más el secreto; y mientras nadaba Tezic en las profundas aguas de la laguna, la princesita empezó a silbar, una a una, aquellas bellas melodías.
Tezic nadó veloz hacia la piedra, y al subir en ella, asombrado escuchó el encanto de sus cuatrocientas voces, en el encanto del silbido de Martli-xotchil Acal-xubj.
¡Y el amor, desde ese momento se transformó sublime!
Mas, a tantos diarios viajes a Lenderí; Necuderit entró en sospechas, enviando a uno de sus emisarios tras la princesa, y su comitiva.
Por la tarde, el mensajero regreso veloz, y trajo respuesta, poniendo al tanto de las malas nuevas al Cacique... . ¡La princesa se había enamorado de un simple mortal!
-¡Imposible!, exclamó indignado Necuderit, -en cuanto regrese la princesa hablaré personalmente con ella.
Mas la niña bailaba en la plaza, rodeada del pueblo que la amaba, y que la notaba feliz y enamorada; la noticia se había regado a paso de nativo.
-¡Increíble!, exclamó feliz el pueblo chorotega. ¡La niña se había enamorado de un simple mortal!
-¡Tezic!, gritaban todos con súbita alegría, -es el guerrero afortunado, que se robó el corazoncito de la amada princesita!
El Cacique Necuderit llegó a la plaza, mas su enojo se transformó en dulzura... . ¿Qué padre que ama, puede destruir el amor?
Con sabiduría, el Cacique habló a la princesa delante toda la tribu:
-Hija, el amor del guerrero Tezic, y la princesita Martli-xotchil Acal-xubj... . ¡No puede ser!.. . Mañana bajarás a Lenderí, y deberás terminar el romance para siempre; si el rumor llega a oídos de nuestro Diriangén; bajará el fiero príncipe con quinientos guerreros de los Pueblos Blancos, y las consecuencias, y tu sufrir, serán terribles para tu corazón enamorado.
La niña corrió hacia su Castillo de Jaragua, y amargamente lloró un crepúsculo, y el resto de la santa noche oscura.
Al día siguiente, muy de mañana, salió la niña con su comitiva hacia la Laguna de Lenderí; y ya en brazos de su amado le contó los deseos de su padre... . ¿Qué hacer?
Ambos lloraron abrazados, el uno del otro, inseparables, indivisibles; y cuando terminaron de derramar la última gota de sufrimiento, al unísono, como si conocieran las artes de la telepatía, empezaron a silbar las melodías de Tezic; qué, entrelazadas como ellos, viajaron las notas llevadas por el viento, pintando paisajes con las nubes, muy alto... . ¡Más allá de la bóveda infinita y celeste.
¡Dialogo!..
-¡Padre Celestial!.. . ¡Padre Mío, hazlos ángeles!
-¿Angeles hijo?.. . ¡Alas!.. . ¡Todo lo que quise he hecho!.. . ¡Pájaros serán!.. . ¡Así sea!
¡Y sobre la enorme piedra volcánica!.. . ¡Delante los ojos atónitos de la comitiva de Martli-xotchil Acal-xubj!.. . ¡Dos pájaros levantaron un canto, hacia las frondosas e inmensas ramas de Genízaro!.. . ¡Un macho y una hembra!.. . ¡Adornos del paraíso nicaragüense que el buen Dios nos regaló!
-¡Zenzontles!, dijo la anciana y jefa de la comitiva, -por su canto se llamarán Zenzontles.
Y cuenta la leyenda qué, de todos los pájaros cantores que trinan sobre la faz de la tierra.
¡El Zenzontle... ...Es el pájaro del amor!


Zenzontle* = Pájaro de las cuatrocientas voces.
Laguna Lenderí* = Laguna de Masaya.
Altura de la Cochinilla* = Nindirí.

Adán Torres (Cuento Nicaragüense)
Otros Enlaces:  Leyenda del Zenzontle (México)

Martli-Xotchil Acal-Xubj

La leyenda de la diosa de la barranca, como el resto de las tradiciones de los pueblos índigenas,  fue tildada de satánica por los obispos y los conquistadores españoles. El nombre de la diosa de la barranca fue cambiado por el de "bruja La Martina". Poco a poco, todos  los índigenas eran convertidos al catolicismo o exterminados, y lo mismo les sucedía a sus tradiciones. No así con la leyenda de la Martina, que conserva aún esperanza y fe en los antiguos dioses.   



Martli-xotchil Acal-xubj —azucena tersa y tan pura que cualquier mirada indiscreta tiende a marchitarla— languidece entre sollozos.

Su cuerpo se agita cual nerviosa gota de rocío dentro del ancho jade de una hoja de danta.

Como princesa del Tenderí ha sido dedicada de por vida al culto de Xipaltomal, la diosa virgen que exige castidad. Pero Martli-xotchil Acal-xubj fue profanada un día por los ojos de azabache de Tezic, un guerrero hermoso y valiente, pero sin ascendencia divina. Aunque es un héroe de la tribu, Tezic es un pobre mortal.

De la boca rosa encarnada de la princesa no pueden brotar mentiras, de modo que su padre, el cacique Necuderit es conocedor de la pasión que Tezic ha despertado en su hija. En trance tan doloroso convoca a su monéxico. Los ancianos también aman a Martli-xotchil Acal-xubj, pero tienen que castigar aquel incipiente pensamiento impuro. Los códices dicen que la pena que se debe aplicar a la princesa es el destierro, y los viejos lloran igual que los antiguos robles legañosos de Dipilto al tener que comunicar a su princesa y sacerdotisa el veredicto: “Tendrás que permanecer durante toda tu vida más allá de los límites del Tenderí, en el Cerro de la Barranca, desde el cual a lo lejos podrás mirarlo”.

Hace más de 600 años Martli-xotchil Acal-xubj se fue acongojada por el camino que lleva a Masaya. Los tenderises la vieron perderse en el primer recodo y quedaron desde entonces con el rostro triste.

ESPLENDOR Y VEJEZ EN LA BARRANCA

De aquel tiempo hacia acá camina la leyenda.

Martli-xotchil Acal-xubj ve pasar los años, y si bien tiene que envejecer, Xipaltomal le concedió la gracia de rejuvenecer por momentos, cuando ella así lo desee. Aunque vive a media legua del pueblo, ella es el don del Tenderí, el espíritu que vigila, la deidad que ama, cuida y castiga a los suyos.

De la Barranca bajan armonías divinas que sólo los escogidos pueden escuchar. Es la princesa que llora cantando. En la cumbre del cerro está su casa que sólo los elegidos pueden ver. Y sólo ellos pueden mirar a Martli-xotchil Acal-xubj.

La princesa puede aparecer con toda la divina belleza de su juventud, o como la cuasi momia horrorosa y decrépita que es. Sale al camino para salvar y aconsejar al bueno, o para perder y “jugar” al malo.

Pero no sale de repente, no es su intención sorprender, sino que el vidente bendito o maldito la ve venir a lo lejos, sobre el camino. Si viene juvenil y esplendorosa el alma del mortal se ensancha de regocijo y felicidad a cada paso que avanza hacia ella. Si se aproxima como bruja, los cabellos de la víctima se erizan, se desgonzan las piernas, y sobre la frente corre un sudor de alquitrán congelado que quema y aterroriza.

FRENTE AL ABUSIVO CONQUISTADOR

Cuando los inhumanos depredadores españoles asolaron Nindirí, con ellos llegaron los curas que pretendieron acabar con Martli-xotchil Acal-xubj, pero no pudieron. Obligaron al indio a llamarla Martina porque ellos no eran capaces de pronunciar el bello nombre de la princesa.

La Martina fue la sabia consejera del cacique Tenderí y de Juan Necuderí. Ella vio con rabia desde el cerro cómo los suyos eran bautizados en una religión extraña, cómo eran destruidos sus ídolos y códices, y cómo sus protegidos eran vendidos como bestias a través del sistema de “encomiendas” cristianas.

Martli-xotchil Acal-xubj lloró con ira al ver la forma en que los tenderises eran descuartizados para servir de alimento a los perros de los conquistadores. Lloró sangre Martli-xotchil Acal-xubj al constatar que poco a poco los santos e iconos que veneraban aquellos malvados sustituían en la mentalidad bondadosa de los indios a sus puros y sencillos dioses.

Desgarró su corazón Martli-xotchil Acal-xubj cuando los suyos se desgarraron en luchas fratricidas y sirvieron de carne de cañón a los oligarcas y tiranos criollos descendientes de aquellos perversos.

Para manipular a Martli-xotchil Acal-xubj, los obispos bendijeron con sus manos sarmentosas la leyenda sin principio de “La Vieja del Monte”, especie de bruja, espanto, cegua, que vivía en La Barranca para asustar a los herejes y a los cristianos de mal vivir.

MEDARDO ÑURINDA “EL JUGADO”

Según cuenta Sancho, allá por los años veinte, Medardo Ñurinda era el cipote más haragán y sin oficio de todo Nindirí.

Era “recogido” de la abuelita Balbina, la cual lo envió un día a vender pinol a Masaya. Desde ese día el muchacho desapareció. Lo buscaron en Los Altos, Cofradías, San Francisco, El Raizón, Tisma, Campuzano, Masaya y Managua... y sólo ausencia encontraron.

A los tres meses le dieron por muerto y le celebraron una vela con café, tamales pizques, rosquillas de maíz, nacatamales y cususa.

Al año justo, Medardo Ñurinda entró a Nindirí por el camino a Masaya. Dijo que había permanecido “encantado” en la cima del cerro de La Martina, que ésta tenía a su servicio unos bueyes llorones, varios cabros peludos y un gallo rojo.

Agregó que los racimos de palmas que techaban el rancho de La Martina eran de oro. “Allí se vive tranquilo, pero nadie puede escapar, pues al llegar a los límites de la propiedad se pierde el control de las canillas, y éstas o no avanzan o comienzan un forzado retroceso hacia la cumbre del cerro”.

La Martina hizo de Medardo un muchacho inteligente y habilidoso. Un día el cipote pudo atravesar el cerco de piñuelas y caminó al poblado sin encontrar contratiempos.

Se supo por Medardo que durante la noche de los Viernes Santos La Martina bajaba de La Barranca con su gallo rojo bajo el brazo, llegaba a la planicie del camino y soltaba el ave que, picoteando por aquí y escarbando por allá, entraba hasta la placita del pueblo para emitir tres estentóreos ki-ki-ri-kí. Después, invisible, regresaba donde su dueña.

EL EXTRAÑO REUCINDO SOLANO

Los bueyes llorones —dijo Medardo— son hombres convertidos en rumiantes que tienen que arar las tierras del cerro que son propiedad de don Reucindo Solano, anciano patizambo, de ojos amarillos, cara aindiada, cabellos negros de acero y barba canosa y sucia.

Solano vivió en una casa de tablas con techo de tejas que estaba ubicada frente a la Paja de Agua. Su único mueble era una hamaca en la que pasaba la mayor parte del tiempo. A poca gente le pasaba palabra.

Por boca de Medardo se supo que los bueyes llorones eran personas de mal corazón que el viejo contrataba para que trabajaran en sus tierras. En extraño pacto con Reucindo, La Martina los convertía en semovientes, los hacía trabajar por varios años y luego se los devolvía al viejo, quien los vendía al mejor postor. Los “transformados” volvían a ser seres humanos cuando cumplían su castigo, pero jamás hablaban de esas cosas.

Reucindo murió solitario. Nunca hizo un bien ni un favor. Descubrieron el cadáver ya cuando hedía y lo llevaron a enterrar a la carrera. Dicen que se convirtió en ánima en pena porque dejó sepultadas sus riquezas en el patio de su casa.

Los viejos del pueblo nunca creyeron que Martli-xotchil Acab-xubj tuviera un pacto con Reucindo Solano.

ELLA VIVE, ES LA INOLVIDABLE

Para esos ancianos apergaminados la princesa vive y representa la perenne promesa de resurrección de La Madre Tierra.

Cuando regrese Quetzalcóatl, nuestra Abya-yala (nombre usado por el pueblo Kuna para nombrar al continente Americano) volverá a tener el verdor de la esmeralda y cosecharemos granos de oro y frutas con los colores del iris.

Cuando regrese Quetzalcóatl, los hombres de maíz serán más que hermanos, tendrán el corazón del dios impulsando la sangre de todos los humanos.

Y Martli-xotchil Acab-xubj bajará espléndida de la Barranca para vivir eternamente entre los suyos. Para seguir siendo la deidad amada y protectora de los tenderises de buena voluntad. Para los miembros de la tribu que arrojaron lejos de sí la enorme piedra Mariola (*) de la alienación que colocaron en sus mentes los abusivos españoles.

(*) Piedra Mariola: Peñasco de enormes dimensiones que se encuentra en la bajada de la Laguna de Masaya.

EL CERRO ENCANTADO

“Cuando una noche de agosto pasé por el camino, escuché que del cerro bajaba una tonada divina, como que era cantada por una voz celestial”, dijo don Pablo Cuaresma, vecino de Nindirí.

“Existen muchas versiones sobre la existencia de La Martina, y no faltan los que la confunden con una cegua o con una Mica Bruja... Pero otra es la verdadera historia”, explica don Justo Pastor Ramos.

“Dicen que una vez a un curita se le metió exorcizar La Barranca y subió al cerro con varios vecinos, pero sólo encontró monte, breñales, un promontorio como cualquier otro”, asegura don Lolo Acevedo.  


Fuente: La Prensa, Septiembre 23 del 2001

jueves, 10 de febrero de 2011

El sisimique

Contaban que siempre que comenzaba a oscurecer se aparecían dos enormes animales con cara de hombre, tenían los ojos rojos como llamas, una cola bien larga y se llamaban el Sisimique y el Sisimicón. Decían que estos animales se les aparecían a las muchachas solteras y que si les gustaban se las llevaban enrolladas con la cola. Donde primero se aparecían era en el río y después seguían el camino para la casa y que en camino iban llamando a las muchachas a las que les gustaba hacerle ojitos a los hombres, y se oían unos gritos y gruñidos que nadie podía imitar. Decían que para que el Sisimique y el Sisimicón no entraran a las casas no había que hacer ruido, muchos menos reírse, ya que las risas de las mujeres era lo que más les gustaba. A varias muchachas se las habían robado, porque ellas eran bien bandidas y ellos sabían dónde había mujeres que les coqueteaban a los hombres. 

 

La serpiente de los tres pelos

Los descendientes de los príncipes Yasica y Yaguare, los indios matagalpas, practicaban el culto a “Cihua-coatl”, pero, a su llegada, los conquistadores españoles introdujeron el cristianismo entre los indígenas locales, por lo que, al pasar los años, no fue difícil combinar el culto a “Cihua–coatl” y el culto a la Virgen María. 

Se dice que cuando se estaba formando apenas la ciudad, hubo una discusión y apalearon a un sacerdote. El sacerdote hecho una maldición a los habitantes de la ciudad y se fue montado en su mula. Según después de lo que se enteraron por boca del sacerdote, había una serpiente debajo de la ciudad de Matagalpa, que estaba atada por tres cabellos de la Virgen María. 

Uno de los extremos de la serpiente está en la Catedral de Matagalpa, y el otro en el cerro de Apente. En su constante lucha por liberarse, la sierpe (culebra de agua) se mueve tanto que ocasiona fisuras en la Catedal que no han podido ser selladas, y que se acentúan cada vez más.

En aquellos tiempos, hace ya mucho, había tres fuentes de agua: dos al sur y una al este de Matagalpa. Dos de los tres cabellos ya se han roto, y las dos fuentes del sur se secaron. La serpiente ahora está atada por un único pelo. Cuando el último pelo se rompa se derrumbará el cerro de Apente y enormes fuentes de agua que atraviesan la región reventarán y la ciudad de Matagalpa será arrasada por una inmensa inundación. 

Pero esto lo dictan los habitantes de la ciudad. Si su comportamiento y su moral son buenas, el último cabello será muy díficil de romper. 


El barco negro

Hace ya mucho tiempo, tiempales que una lancha cruzaba de Granada a San Carlos..Una vez muy cerca de la Isla redonda alguien hacia señas con una sábana blanca para que esta lancha atracara.
Cuando los marineros se acercaron a la isla sólo escuchaban: Ay.....Ay......Ay.....Ay...

Las dos familias que vivían en la isla se estaban  muriendo envenenadas..pues se decía habían comido de una res que había sido picada por una culebra Toboba.

Por favor llevenos a Granada -dijeron.
y el Capitán preguntó que quién pagaría por el pasaje.

No tenemos reales -dijeron los envenenados - pero le pagamos con plátanos.
¿Quién corta la leña o los plátanos? -preguntó el marinero.

-Yo llevo una carga de chanchos para Los Chiles y si me entretengo allí ustedes se me mueren en la barcaza. - les dijo el capitán.

Pero nosotros somos gente -dijeron los moribundos.

También nosotros -dijeron los lancheros-. Con esto nos ganamos la vida.

¡Por Diosito! -gritó el más viejo de la isla -¿no ven que si nos dejan nos dan la muerte?

-Tenemos compromiso -dijo el Capitán.

Y en facto se volvió con los marineros y ni por más que se estuvieran retorciendo del dolor, ahí los dejaron.
No sin antes la abuela de una familia de la isla, levantándose del tapesco en donde estaba postrada..les echo una maldición.

"¡Malditos! ¡a como se les cerró el corazón, así se les cerrará el lago!"

La lancha se fue. Cogió altura buscando San Carlos y desde entonces perdió tierra. Eso cuentan. Ya Ellos  no vieron nunca tierra. Ni los cerros podían ver, mucho menos las estrellas en el cielo les pueden servir de guia.Ya tienen siglos de andar perdidos.

Ya el barco está negro, ya tiene las velas podridas y las jarcias rotas.

Muchos lancheros en el Lago de Nicaragua aseguran que los han visto. Se topan en las aguas altas con el barco negro, sus marineros barbudos y andrajosos les gritan:
- ¿Dónde queda San Jorge? ¿Dónde queda Granada?
Pero el viento se los lleva y no ven tierra. Están malditos.

Fuente: S Pablo Antonio Cuadra y Francisco Perez, Muestrario del Folklore Nicaraguense Banco de America series Ciencias Humanas 1978.
Version internet: Eduardo Manfut