jueves, 10 de febrero de 2011

Ometepetl y Nagrando

 Cuando los nicaraguas emigraron en masa huyendo de los olmecas uno de sus caudillos o "alfaquí" (término musulmán que Torquemeda usaba para nombrar a los sabios nahuatl) predijo, antes de morir, que se asentarían en un mar de agua dulce de donde emergiera una isla con dos volcanes. Se refería a la isla de Ometepe, que en nahuatl significa "dos cerros" (ome - tepetl). 
 Se han encontrado petroglífos, ídolos y piezas de céramica en la isla, y hasta la una pieza que creen era de un telescopio. Se dice que hay en Ometepe un río que hace que la gente sufra cambios de personalidad, y una ciudad bajo el agua.
Esta leyenda explica como se formó la isla de Ometepe y el lago Cocibolca.

Ometepetl era la admiración de todos los indios mancebos.
Su silueta era bien delineada y su hablar dulce y sonoro
La historia de amor comienza con el enamoramiento de Ometepetl
y Nagrando, ambos provenientes de dos tribus en conflicto.
Ometeptl pertenecía a la tribu de los indios Niquiranos y Nagrando a los Nagrandanos.

Según la leyenda contada por el profesor Hamilton Silva,
Ometepetl era una muchacha preciosa, alta, pelo lacio, bien
formada. Su sonrisa hechizaba y su mirada deslumbraba. Ella era la
admiración de todos los indios mancebos.

Su silueta era bien delineada y su hablar dulce y sonoro.
"Nagrando era fornido, con brazos como de madroño, piernas
como de tempisque, nariz aguileña, diestro en la pesca y en la
cacería: era un guerrero", narra la leyenda.

Las familias de ambos jóvenes eran enemigas a muerte y las leyes decretadas por los teytes no permitían que se unieran en matrimonio.

Una tarde de verano Nagrando se encontró con la bella Ometepetl y los dos quedaron enamorados. En ese momento Xochi-pilli hizo sonar la canción de la brisa en todos los pastizales, Quetzalcóatl desprendió exhalaciones por todo el universo. Ehécatl hizo caer sereno y todos los teotes desparramaron bendiciones sobre aquel nuevo amor. Mientras tanto, Coapotl se regocijaba y los pájaros soltaban sus trinos.

Ambos jóvenes se juraron amor, pero el gran cacique Niquirano mandó a buscarlos para apresar a Ometepetl y matar a Nagrando. Estos buscaron apoyo en sus amigos íntimos para huir. Solos y a escondidas se besaron, abrazaron, oraron y luego se cortaron los pulsos. Es así que el gran Lago Cocibolca no es más que la sangre emanada de los jóvenes, los dos volcanes de la isla son los pechos de Ometepetl y la Isla de Zapatera es el cuerpo sin vida de Nagrando, que no avanzó mucho en la fatalidad de su muerte.

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