miércoles, 9 de febrero de 2011

Umanka

Leyenda escrita por Eddy Kühl

Umanka, la bella sukia de los matagalpas
Umanka era una india de la etnia Matagalpa que vivió en esta región allá por los años 1520s, un poco antes de la aparición de “los barbudos” en los dominios de su tribu. Umanka era nieta de Yaguare y Yasica, los fundadores de los calpules de Matagalpa, etnia que tenía su propia cultura y su lenguaje de origen chibcha.

Umanka había heredado las cualidades de su abuela Yasica, es decir que tenia don de mando, era inteligente, bella y atlética. Añadía a esto que gustaba del comercio e interpretaba bien la música. De su abuelo Yaguare heredó su noble prestancia, el principesco atuendo y joyas que esta bella sukia lucía en ocasiones especiales.

Había organizado a un grupo de jóvenes indios, que debían de reunir esas mismas dotes, o adquirirlas con esfuerzo y práctica. Los indios ulvas que habitaban detrás de la frontera de la selva creían que Umanka era una sacerdotisa o bruja, por eso le llamaban en su idioma, sukia.

Mientras el resto de su tribu se dedicaba a la agricultura, a la caza, a la pesca, a la cocina y otros a la confección de tejidos de algodón, ella y su grupo se dedicaban al comercio, para hacerlo mas efectivo practicaban la oratoria, aprendían otras lenguas y entretenían a sus clientes con música de flauta, quijongos, güirros, pitos y tambores mientras Umanka entonaba canciones en su melodioso lenguaje indio.

Umanka tenia correos o mensajeros que le informaban del estado del comercio en regiones distantes, jóvenes atletas remaban sus cayucos río abajo el Ucumulali (río de los guapotes dorados) después caminaban hacia el sur, pasando por los poblados indios de Juigalpa, Lovigüisca hasta llegar a la nación de los Talamancas (ahora Costa Rica) donde hablaban lengua chibcha similar a la suya. Allí negociaban sus productos y adquirían en pago pequeñas estatuillas de oro que los Talamancas habían aprendido a fundir y moldear, una vez de regreso a su región vendían estas preciosas figuras a los visitantes Pochtecas que procedían de México. Los Pochtecas, de habla nahuatl entraban en territorio de los matagalpas por Teotecacinte, pasando por Yalagüina, Condega, Sébaco y de ahí a Muimui, Teustepe, Juigalpa y Lovigüisca. El poblado indio de Matagalpa, sin embargo, estaba en terreno mas escarpado y rocoso, escapaba así de la ruta de los Pochtecas, por eso Umanka enviaba sus emisarios y a veces ella personalmente los acompañaba a las plazas de comercio, especialmente al poblado de Sébaco y Condega, poblados de la misma etnia Matagalpa.

Estas estatuillas de oro eran buscadas afanosamente por los comerciantes Aztecas, los indios e indias nobles los usaban en sus collares, gorros y brazaletes, las estatuillas tenían igual mercado, así como las grandes pepitas de oro (llamadas por los españoles Tamarindos de Oro por su gran tamaño) que los indios matagalpas de Sébaco obtenían de una misteriosa cueva en la vecindad del cerro Oyanka, en la sierra de Totumbla.

Otros artículos que Umanka y su grupo comerciaba, eran pendientes y collares de verdes esmeraldas provenientes del valle de Cumaica, así como instrumentos de música que fabricaban en Samulali y Ocalca.

Cuando Umanka y sus cachorros llegaban a Sébaco, participaban en las competencias deportivas y musicales que anualmente ahí se desarrollaban en culto a la diosa de la Mujer Serpiente o Cihua-Cuatl, estas se realizaban en honor a los visitantes del emperador Azteca, que tributaban culto a Quezalcoalt, o Serpiente Emplumada.

Cuando los españoles llegaron por esta región, allá por 1552 afectaron el tipo de vida de esos comerciantes, empezaron a imponer sus costumbres y religión, sin embargo se sospecha que la lengua y costumbres de los matagalpas perduró hasta el año 1875.

Los restos de Umanka yacen en la montaña de Apante, por eso se dice que ese cerro es “La Montaña que canta”. Su tradición musical se ha preservado hasta la fecha, ahora con influencia centro-europea de inmigrantes llegados a mediados del siglo XIX, y se manifiesta en el “son norteño”, así como los sobaqueados y jamaquellos (polcas y mazurcas) que se practican todavía en Estelí, Jinotega y Matagalpa.

Atuendo de Umanka (heredado de su abuelo el Príncipe Yaguare)

Sobre su cabeza luce un gorro de cuero de venado con 4 plumas de quetzal rojas y verdes, el gorro muestra al frente un emblema rectangular con tres gemas, una de oro, una de esmeralda y una de cuarzo blanco. Sus aretes son grandes aros colgantes, hechos de cuero de venado entrorchado. El collar superior es de cuero de danta con diez tamarindos de oro regalo de los indios de Cihua-Coatl, este sostiene un emblema rectangular con tres piedras de rubí. El collar inferior es de cuero de venado, representando los diez pueblos de los indios matagalpas: Yalagüina, Condega, Esteli, Jinotega, Sébaco, Matagalpa, Muimui, Teustepe, Juigalpa y Lovigüisca. En ambos brazos y como pulsera luce brazaletes de cuero de danto teñidos en diferentes colores. En sus manos sostiene un bastón de madero negro labrado y con un aro de oro incrustado en el mango, como símbolo de autoridad.

Eddy Kühl Arauz - Matagalpa y sus gentes

No hay comentarios:

Publicar un comentario